Senderos de la Sal - Guía de Itinerarios por las Salinas de la Provincia de AlicanteSenderos de la Sal - Guía de Itinerarios por las Salinas de la Provincia de Alicante
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Itinerario|La ciudad|Historia, fiestas y tradiciones|Infraestructuras|Lagunas de Torrevieja


INTRODUCCIÓN

Situación


Las Lagunas de La Mata y Torrevieja se extienden como hemos comentado anteriormente por parte de los términos municipales de Guardamar del Segura, Rojales, Los Montesinos y sobre todo de Torrevieja, aunque en tiempos pasados el término de San Miguel de Salinas también llegaba hasta la de Torrevieja. Como veremos posteriormente, destacar que ambas lagunas son utilizadas para la explotación de la sal.

Origen y evolución geológica: ¿albuferas o lagunas litorales?

Las Lagunas de Torrevieja y La Mata forman parte de la amplia cuenca del Mar Menor. Desde la etapa geológica conocida como Tortoniense hasta el final del Plioceno toda la zona ha sufrido una etapa de distensión: una poderosa fuerza de signo contrario a la que da lugar la formación de las montañas. El efecto que provoca es que, tanto el terreno que ahora es ocupado por la Laguna de La Mata como el que ocupa la de Torrevieja, se hunden. Con la entrada en el periodo Cuaternario, que es en el que estamos inmersos ahora, hay una fase de compresión a partir del Pleistoceno Inferior.

El resultado final de la acción de ambas fuerzas es la formación de dos sinclinales o zonas deprimidas que son ocupados por las lagunas, cuyas cuencas quedan separadas por una suave elevación o anticlinal. Esta estructura es la que se observa hoy en día, con ambas lagunas divididas por una zona elevada que se conoce como El Chaparral.

Lo que a continuación ya no es tan fácil de establecer es si cada una de las lagunas tuvieron en algún momento comunicación natural con el mar. Parece claro que así fue en el caso de la Laguna de Torrevieja, aunque es más difícil de demostrar para la Laguna de La Mata. Durante el periodo Cuaternario tuvo lugar la formación de varios cordones dunares que se desarrollaron entre ambas lagunas y el mar. Estos depósitos han podido ser perfectamente caracterizados en el caso de la Laguna de Torrevieja a través del corte geológico artificial que supone la trinchera que recorre el ferrocarril de las salinas. A través de su estudio se ha determinado que esta franja de terreno estuvo sumergida bajo el mar a principios del Eutirreniense. También se han encontrado indicios de un periodo de transición hacia sedimentos más propios de lagunas a lo largo de esta época, que se vuelven estrictamente sedimentos lagunares a partir del Würm I. Esto evidencia un posible proceso de cerramiento de una albufera que va evolucionando hasta quedar desconectada del mar, dando lugar a la formación de una laguna litoral.

En el caso del cordón dunar entre la Laguna de La Mata y el mar, lo único que se ha podido demostrar hasta el momento es que los materiales de la duna del Rissiense pasan de ser “arenosos” frente al mar a “limosos” conforme avanza hacia el interior, dando a entender que se trata de una laguna litoral que no ha estado en comunicación con el mar. Ambas lagunas formarían parte de una única cuenca vertiente de no ser por la división que supone la elevación del Chaparral. La cuenca de Torrevieja tiene 44 km2 y la de La Mata 17 km2.

Ello supone un problema por la posibilidad de avenamiento de escorrentías superficiales hacia las lagunas en caso de lluvias, lo que reduciría la producción salinera. A más largo plazo, el efecto es la reducción del espacio lagunar por acumulación de materiales en sus orillas, que se depositan rápidamente cuando cambia bruscamente la pendiente al llegar al fondo de la depresión, formándose pequeños conos de deyección. También ha dado lugar al tapizado de los fondos con una capa de arcillas rojas que han sido arrastradas, por lo que la sal, cuando todavía no se lavaba, poseía un típico color rojizo.

Evolución histórica de la propiedad de las salinas

El documento más antiguo del que se tiene constancia en el que se citan las salinas es un Privilegio de Alfonso X, fechado el 11 de enero de 1273. En él se autoriza a los vecinos del término histórico de Orihuela a tomar la sal para su consumo de las Salinas de Torrevieja. Ello no permitía establecer el inicio de la explotación salinera en fecha anterior aunque ello fuera previsible. Pero en el curso de una prospección arqueológica subacuática en la Laguna de La Mata se han encontrado los restos de una factoría romana. Este importante hallazgo permite datar los comienzos de la explotación salinera, al menos, en el siglo I a. C.

El siguiente documento escrito en el que se habla de las salinas es del año 1321. En dicho documento, el Infante D. Sancho, hijo de Alfonso XI concede a perpetuidad las salinas al Concejo de Orihuela que entonces estaba integrado en el Reino de Murcia, pero no las de La Mata, que seguirían aportando rentas a la Real Hacienda. En 1364, Pedro IV “el Ceremonioso”, rey de la Corona de Aragón, ofrecerá al Concejo de Orihuela la incorporación a su Corona y la donación de las salinas del lugar de Guardamar, refiriéndose a las de La Mata. Lo hacía para agradecer su alianza en la defensa de la Villa frente al ataque de los de Guardamar, que estaban mandados por el rey de Castilla. Una vez concedidas, el Concejo determinará entonces su explotación a través del arriendo a particulares. En 1488, la ciudad de Orihuela cede las Salinas de La Mata a los Reyes Católicos, quienes andaban buscando recursos para la conquista de Granada. Estos las retornan a la ciudad en el año 1500, una vez conseguido su objetivo, pero Felipe II se incautará de nuevo de ellas en 1759.

La Corona irá cediendo la explotación a través del sistema de arrendamientos a diferentes particulares, como había venido haciendo hasta ese momento el Concejo de Orihuela. El Estado, por su parte, se reservaba el derecho de nombrar un Administrador y de establecer el periodo de arriendo en cuatro años prorrogables. Antes de cada arrendamiento se hacía inventario de todas las instalaciones, enseres y útiles, así como de la sal que quedaba en los depósitos, debiendo devolverse todo en perfecto estado al finalizar el contrato. En poco más de 60 años, la población de la Torre Vieja pasará de 300 a 2.170 habitantes, que estaban bajo la jurisdicción del propio Administrador de las Salinas. El 21 de octubre de 1802, el rey Carlos IV ordena trasladar hasta allí la administración de las salinas. La Real Orden se cumplirá el 3 de marzo de 1803, año de la fundación administrativa de Torrevieja, aunque hasta 1830 no se constituye el primer Ayuntamiento.

Aprobada la Ley para el Desestanco de la sal, en 1871 se pondrán a la venta todas las salinas del Estado, excepción hecha de las de Imón, en la provincia de Guadalajara, las de Els Alfacs, situadas en el Delta del Ebro y también las Salinas de Torrevieja. Con ello termina el monopolio de la sal y se liberalizará su producción y comercio. A este cambio en las condiciones del mercado le sucederá un periodo en el que a veces los concursos son declarados desiertos, hasta que en 1897 se adjudican a D. José Guardiola y Comas. Éste subrogará el contrato a favor de la Sociedad Anónima Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja (CAST), que las explotará hasta septiembre de 1922.

Tras un paréntesis de un año, en el que la salina es dirigida directamente por el Estado y otro año por la Sociedad Anónima Arnús-Garí, en 1924 se hace cargo la Unión Salinera de España S. A. Esta sociedad ya recuperaba sal marina en las salinas del Cabo de Gata y las de Roquetas (en Almería), las de La Trinidad (en San Carlos de la Rápita, en el Delta del Ebro) y posteriormente añadiría las de Mazarrón (en Murcia).

En 1950, la Hacienda Pública se propone convertir las salinas en una industria moderna y rentable, imponiendo numerosas condiciones a su nuevo arrendatario, aunque contaría con la ayuda financiera del Estado. Así, en 1951, la adjudicación del concurso recae en la Nueva Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja, S. A. (NCAST), entidad formada por Unión Salinera de España, Salinera Española, Salinera Gaditana y Aprovechamientos Salineros. La vigencia inicial del contrato era de treinta años pero se prorrogó hasta 2001 y todavía se mantiene.

La torre de La Mata fue el primer punto de embarque para la
sal de Torrevieja.
Por su parte, las Eras de la Sal, que habían sido las principales dependencias de las salinas en el puerto de Torrevieja, quedan abandonadas a partir de 1958. Al caer en desuso son solicitadas por el Ayuntamiento al Estado en 1966 con la intención de construir un Club Náutico.

El Estado informó favorablemente aunque la cesión al municipio no se hace efectiva hasta 1997. En la actualidad, el destino de este importante conjunto monumental parece que va a ser muy diferente, encaminado a recuperar parte de la historia salinera de Torrevieja. En esta línea se inauguró en el año 2000 una réplica del desaparecido cargadero de la sal, producto de la España de la ilustración, que fue destruido tras la construcción del nuevo muelle.

El monumento está dedicado a D. José Gómez Velasco, que fue el último administrador de las salinas, y a la memoria de los miles de trabajadores que con su esfuerzo hicieron grandes las salinas y su ciudad.

Proyecto piscícola en la Laguna de Torrevieja

Desde el principio preponderó la producción salinera de la Laguna de La Mata frente a la de Torrevieja, lo cual hacía difícil conseguir el arrendamiento de la última. Por este motivo, el Concejo de Orihuela decidió aprovecharla para la pesca y pidió autorización para la construcción de un canal de comunicación con el mar. Aunque se otorgó en 1389, no se llevó a efecto hasta 1482. La obra sufrió varios atrasos por la periódica obstrucción del Acequión durante los temporales y no se pudo terminar hasta 1509.
A vista de pájaro es fácil comprender por qué a la Laguna de
Torrevieja se le llama también la Laguna Rosa.
El canal abierto, con una longitud de 1.684 varas castellanas (aproximadamente un kilómetro), permitiría la comunicación con el mar para que se produjera la entrada de peces. Pero la mala circulación de las aguas hacía que en el interior de la laguna se fuera incrementando la salinidad, no permitiendo el correcto desarrollo de los peces y causando grandes mortandades, como la ocurrida en 1578. Por otra parte, la entrada de las aguas fue incrementando el nivel de la laguna, ahora convertida de nuevo en albufera y esto acabó afectando a las tierras contiguas, hasta el punto de quedar incultas. En estas condiciones sólo se efectuó un único arrendamiento, causando la ruina del osado arrendador. En 1758, el estado de abandono es tal, que la laguna se había secado completamente, quedando cubierto su fondo de una gran costra sal. Ese año la Corona pretende poner de nuevo al corriente la albufera pero el Concejo declarará que la ciudad no tiene caudales para sufragar los gastos.

El asunto se zanjará con la reversión al Estado de la laguna, el 12 de julio de 1759. El Estado, propietario ahora de las dos lagunas, continuará la explotación de los recursos salineros de La Mata y por otro lado intentará poner de nuevo en funcionamiento la Laguna de Torrevieja. Así se le encargará al administrador de las salinas, ordenándole también ocuparse del “cuidado, gobierno, cobranza de la pesca y recogimiento de la sosa”. Pero las dificultades hicieron que, de nuevo, las pérdidas fueran superiores a las ganancias, por lo que se empezó a estudiar la posibilidad de aumentar la producción de sal poniéndola en comunicación con la Laguna de Torrevieja.

Embarques de sal

Desde época romana, Torrelamata o La Mata, como la conocemos ahora, contaba con un embarcadero propio. Sus restos se encuentran junto a una antigua torre de finales del siglo XV, destinada a proteger el pequeño muelle y a alertar del ataque de los piratas bereberes que años antes habían sido expulsados de estas tierras. Esta torre formaba parte de la tupida red de torres de vigilancia que encontramos por todo nuestro litoral y estaría en comunicación con las torres próximas, como la Torre del Moro (en el Cabo Cervera) o la Torre Vieja. El muelle presenta una base de cantería y en él quedaron esculpidas las marcas de rodadas de los carros que hasta allí se acercaban, evidenciando el trasiego mercantil. Se utilizó para el embarque de vino y aceite, a juzgar por los restos de ánforas romanas encontrados bajo el agua, además de para la sal. Al menos desde principios del siglo XVII, existía un almacén junto a la torre y desde allí salía, por ejemplo, la sal destinada a Nápoles para provisión Real. Frente a la torre, también llamada “de las Salinas”, se construyó un nuevo embarcadero a mediados del siglo XVIII. Este muelle ya permitía el cargamento de barcos de hasta tres metros de calado, siendo utilizado hasta la década de los cincuenta del siglo XX.

Muy cerca, en el Cabo Cervera, existió otro embarcadero datado en el siglo XIV, utilizado también para cargar la sal que se distribuía por el Mediterráneo y el norte de Europa. En aquella época las salinas de La Mata eran ya consideradas como muy importantes, por lo que es posible que se plantease este nuevo embarcadero para su embarque exclusivo, algo que será una constante en la historia del comercio marítimo de Torrevieja. También se embarcaba sal torrevejense en los puertos de Guardamar o Alicante. A principios del siglo XIX ganará importancia la producción salinera en la Laguna de Torrevieja respecto a la de La Mata, trasladándose hasta allí la administración de ambas salinas. Esto, unido al hecho de que esta parte de la costa poseía una mejor rada para el atraque de los barcos, hace que se plantee la necesidad de un nuevo puerto en Torrevieja. Entretanto, se produce un hecho importante como es la segregación de Orihuela en 1820, aunque ésta afecta tan solo al casco urbano. La conveniencia de este nuevo puerto se apoyará también en la voluntad de exportar la riqueza en productos agrícolas del Bajo Segura a través de un puerto próximo. En 1862 se empezará a construir un dique de abrigo pero el proyecto se suspende, según dice la Real Orden de 1863, por la falta de piedra. En 1882 se publica una Ley Específica de Puertos en la que se incluye la obra del puerto de Torrevieja como de interés general, lo cual obligaba, en principio, a su construcción por el Estado. A pesar de ello, durante mucho tiempo se presupuestará y hasta 1913 no comienzan los estudios. En ese momento existen ya dos pequeños muelles, el Muelle de Minguer, para el tráfico general de mercancías y otro para uso exclusivo de las salinas.Desde el principio se recalca la conveniencia de un nuevo puerto para Torrevieja, apoyándose en su necesidad para el comercio de la sal. Se aseguraba que las salinas de Torrevieja y La Mata eran capaces de abastecer a toda Europa. Se decía que era necesario para poder competir con las salinas de Santa Pola, cuya bahía se encontraba mejor protegida ante los temporales. El mal tiempo dificultaba mucho el proceso de carga, lo que hacía que se desviaran hacia Santa Pola muchos barcos que se acercaban hasta estas costas para abastecerse de sal. Pero lo cierto es que la competencia más feroz se ejercía desde salinas italianas e inglesas y a pesar de las mejoras efectuadas la exportación desciende, acumulándose la sal sin vender de campañas anteriores. De las 322.451 toneladas comercializadas en 1930, se pasará a 177.706 toneladas en 1931, bajando hasta las 162.254 toneladas en 1936. A pesar de este declive, los turbulentos sucesos que habían de venir no hacen sino retrasar nuevos proyectos. Por fin, en 1951 se da el visto bueno para la ejecución del nuevo muelle de la sal, aunque los trabajos no se iniciarán hasta 1958, finalizando las obras en 1963. Como resultado, será posible el atraque de mayores barcos mercantes, de hasta 30.000 toneladas, al estar dotado de un calado de 10 metros. En ese momento ya se había hecho la concesión de las salinas a la Nueva Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja S. A., lo cual mejoró mucho todo el proceso de transporte: se mecaniza el apilamiento, se reforma el lavadero y se sustituye el pequeño tren minero por una cinta transportadora capaz de movilizar ahora hasta 800 toneladas de sal cada hora.

El Parque Natural

Las Lagunas de La Mata y Torrevieja son inicialmente declaradas por el gobierno autonómico Paraje Natural en el año 1988, simultáneamente a su declaración como Refugio Nacional de Caza. Posteriormente, en el año 1994 se aprueba el Plan Rector de Uso y Gestión para el Parque, adquiriendo entonces la categoría de Parque Natural.

Junto con el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola, del que ya hemos hablado y del Parque Natural de El Hondo, situado muy cerca, forman un triángulo de zonas húmedas de gran importancia para la fauna, especialmente las aves, lo que ha sido reconocido internacionalmente. De hecho, al igual que ocurría con las Salinas de Santa Pola, el Parque Natural de Las Lagunas de La Mata y Torrevieja está catalogado como Zona de Especial Protección para las Aves (zona ZEPA) por la U.E., está considerado Lugar de Interés Comunitario (LIC) y se encuentra incluido en el listado de humedales RAMSAR de importancia internacional. Cuenta con una superficie total de 3.700 Hectáreas, de las cuales 2.100 corresponden a las zonas inundadas, mientras que el resto corresponde a los terrenos que rodean ambas lagunas. De éstas, 1.440 Hectáreas se encuentran en la Laguna de Torrevieja y 700 en la de La Mata. Como ya se ha explicado, la separación de ambas lagunas se produce en el anticlinal conocido como “El Chaparral”, estando ambas conectadas a través de una canalización artificial, bombeándose el agua desde la Laguna de La Mata hasta la de Torrevieja.

Ya hemos visto que a su vez, la Laguna de La Mata está conectada con el mar a través de un canal llamado “El Acequión”. De este modo, ésta actúa como concentrador, mientras que en la de Torrevieja se produce la cristalización y extracción. Recordar esta distinción es importante, ya que hace que la concentración de sal sea mucho menor en La Mata, permitiendo el desarrollo de una flora y fauna más variada. No obstante, para poder vivir en este entorno, los animales y plantas han tenido que desarrollar estrategias especiales que les permitan crecer en un ambiente tan salino, lo que hace que muchas de ellas sean únicas.

De todas, la más característica del parque es la artemia salina, pequeño crustáceo que es capaz de desarrollarse en aguas con una elevada concentración de sal, siendo a su vez, la base de la dieta de otras muchas especies animales. Entre ellas el flamenco, que es posible ver todo el año en el parque, llegando a alcanzar concentraciones de más de 2.000 ejemplares. La otra especie más numerosa es el zampullín cuellinegro, que en invierno se concentra en la Laguna de La Mata en cantidades superiores a los 3.000 ejemplares. Otras aves muy abundantes son las llamadas “Limícolas”, que reciben este nombre por alimentarse en las orillas limosas de las lagunas. Entre ellas podemos ver la cigüeñuela, la avoceta, el vuelvepiedras o el chorlitejo patinegro. También algunas anátidas, como el tarro blanco o el ánade real, aves marinas como el charrán común, el charrancito o la gaviota de Audouin, catalogada en peligro de extinción y que se reproduce en el parque. Otra especie amenazada que elige el parque para nidificar es el aguilucho cenizo, siendo uno de los pocos lugares de la Comunidad Valenciana en que lo hace.

Al margen de las lagunas, el parque cuenta también con una zona de pinada, así como zonas de cultivo, principalmente de vid, que aumentan espectacularmente la biodiversidad, con especies propias de estos ecosistemas: conejos, liebres, perdices, zorros, lirones careto, alcaravanes, currucas, cogujadas, etc. En cuanto a la gestión, esta corre a cargo de la Generalitat Valenciana, a través de un equipo técnico dirigido por un Director-conservador, responsable tanto de la conservación como de la difusión y educación ambiental.

Destaca la labor realizada en los últimos años por este equipo, que ha puesto en marcha proyectos de conservación y mejora de fauna, que han potenciado sobre todo la reproducción de muchas especies de aves. Proyectos de educación ambiental y uso público, como la creación del Centro de Información del Parque o la red de itinerarios y observatorios, que describiremos más adelante.

O proyectos de apoyo y colaboración con los “Colonos”, arrendatarios de las tierras (patrimonio del estado) que todavía mantienen viva la agricultura tradicional. Toda esta diversidad de ambientes, el clima, la belleza de los paisajes y la accesibilidad y cercanía a un municipio tan turístico como Torrevieja hacen que el Parque Natural de Las Lagunas de La Mata y Torrevieja sea uno de los más visitados de toda la Comunidad Valenciana y una parada obligatoria en nuestra “Ruta de la Sal”.

LA EXPLOTACIÓN SALINERA
El sistema tradicional


Ya en el siglo XVIII, Cavanilles nos describe así el sistema de explotación de la sal en la Laguna de La Mata: [Aunque no aparezca comunicación entre el mar y las salinas, se infiere haberla subterránea por los manantiales salobres que se hallan en dicho fondo [...] y sin mas agentes que la naturaleza empiezan á cristalizarse por Mayo, y á principios de Agosto presentan un cortezón de sal tan duro á veces como el mismo mármol. Ví pedazos de un palmo de grueso, y de una vara en quadro, que se conservan sin alteracion despues de 18 años en la torrecita que está frente la habitacion del administrador de la Mata. Perfeccionada enteramente la cristalizacion entran los obreros con hachas, y la van rompiendo en pedazos, que con caballerías conducen á los depósitos y almacenes.].

Con este tipo de explotación “natural” se tenía que dejar como inútil la sal de las orillas, sucia por el arrastre de las lluvias hacia la laguna y también se desechaba la del centro, donde la mayor profundidad de la cuenca hacía que la costra de sal fuese más gruesa y difícil de partir. Otro inconveniente es que con este procedimiento, además de la cristalización del cloruro sódico (la sal común), lo hacían otras sales no deseadas, tales como sales cálcicas o magnésicas, sulfatos, yoduros y bromuros, que otorgaban a la sal un sabor amargo. Las costras o glebas arrancadas se las cargaban los hombres “a lomo” y con ellas se hacían montones en las orillas, todo ello bajo la dirección de un maestro de fábrica. Más tarde, la sal se cargaba en carros para llevarla hasta los almacenes, desde donde se transportaba en carretillas para llenar las barcazas amarradas en el muelle de La Mata. Las gabarras debían navegar aguas adentro, donde les esperaban mayores barcos que estaban fondeados en aguas más profundas, esperando llenar sus bodegas. En época de cosecha, hasta las salinas se desplazaban trabajadores desde Elche, Muchamiel, Guardamar, Crevillent, Elda, Orihuela, Alicante...

En la de Torrevieja se explotaba la sal del mismo modo que en la de La Mata, llenándose por intrusión marina, dada su cercanía al mar y su baja cota. Nos dice Cavanilles que su sal era “amarga y purgante”, despreciándola frente a la de La Mata.
Vista de la Laguna de La Mata y las instalaciones de
bombeo para trasvasar salmueras a la Laguna de Torrevieja.
En 1766, tras el fracaso de la explotación piscícola, se observó que cuajó bastante sal en sus orillas, por lo que se ensayó su explotación utilizando el Acequión para la entrada de aguas. La sal obtenida resultó ser de muy buena calidad y dos años más tarde se producían los primeros embarques por la Torre Vieja, el punto más próximo y mejor para el atraque de los barcos, como se ha comentado anteriormente. Con el tiempo se producirá el traslado de la administración de las salinas, desde La Mata a Torrevieja. Los motivos de dicho traslado fueron el elevado coste de la reparación de su sede en La Mata, en mal estado tras un terremoto y, sobre todo, el auge de la producción en la Laguna de Torrevieja, con mejores perspectivas para la instalación de un puerto. Allí se levantarán las Eras de la Sal, un complejo formado por oficinas administrativas, almacenes para la sal y dos muelles, uno de ellos exclusivamente para su embarque.

Aires de cambio

De 1841 a 1846 toma en arriendo las salinas D. José de Salamanca, ofreciendo al Estado el doble de lo que hasta ahora venía obteniendo por su explotación. El financiero sacó a pública subasta el servicio de barcas para conducir la sal a bordo de los buques e implantó algunas mejoras en el sistema productivo. A él se le atribuye el cambio del sistema de recolección de la sal “en seco”, manteniendo a partir de este momento una lámina de agua también durante la cosecha, lo que permitía la navegación de unos convoyes especiales de barcas en donde se cargaban las lajas de sal para su transporte. También incorporó al proceso el lavado de las sales con agua de mar, para eliminar impurezas sin volver a disolver gran parte del producto. El negocio fue bien y parece ser que fue el inicio de la fortuna del conocido banquero.

Esta primera experiencia de extracción sin desecar la laguna fue desarrollada posteriormente por D. Sergio Suárez, cuyo maestro de fábrica fue D. José García. Al mantener esta capa de agua se conseguía, además de la flotabilidad de las barcas, el mantener en suspensión las sales no deseadas. La recolección comenzaba a finales de junio, cuando ya se había depositado una capa de sal de 5 cm. Las costras o lajas eran arrancadas por los llamados “volvedores”, utilizando para ello unos ganchos especiales llamados paletas. Después, el “tirador” las cargaba en la barca que iba tras ellos. Se formaban trenes de barcas que eran arrastrados por muchachos hasta entrar en un canal, puesto en marcha también por Suárez, a cuyos lados se abrían grandes explanadas donde los “llenadores” apilaban la sal. Esta sal, llamada “sal roja” por las impurezas en forma de arcillas rojas que contenía, era lavada. Para ello se construyó un lavadero junto al canal y una vez secada se llevaba después a la era de embarque por los “carreteros”.

Otro producto que se producía por aquel entonces era la “sal en grumos”, una sal especial que se obtenía clavando cañas en el suelo de la laguna para que precipitara directamente sobre ellas. Ésta estaba completamente libre de impurezas y se caracterizaba por la perfección de sus cristales, pagándose más cara. Se trata sin duda de un precursor de la artesanía de los afamados “barquitos de sal” de Torrevieja. Estos, simplificando mucho el proceso, se obtienen al introducir en el agua salada de la laguna una especie de maqueta de barco, sobre la que lentamente irá cristalizando la sal.

A pesar de la frágil apariencia del barquito de sal resultante, éste se puede conservar perfectamente durante muchos años. A partir de 1898, con la adjudicación a la Sociedad Anónima Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja, aumentará la producción en un 200%. Esta sociedad introducirá algunas mejoras, permitiendo llegar a las 273.000 toneladas anuales de sal. Ahora las barcas se desplazarán por la laguna con el impulso del viento al estar dotadas de una rudimentaria vela cuadrada y serán maniobradas por un barquero mediante pértigas. También en esa época se instala un cable de acero al que se amarran las barcas para su vuelta al canal de descarga. El cable era accionado por la fuerza de una máquina de vapor capaz de mover trenes de cuatro barcas cargadas con cuatro toneladas de sal. Asimismo se instalaron cuatro lavaderos mecánicos que funcionaban también a vapor, con una capacidad para procesar de 200 a 250 toneladas a la hora.

En esos momentos se tiende también el ferrocarril para conectar las salinas con las Eras de la Sal. Contaba con dos locomotoras de vapor, ciento ochenta vagones-volquete y cuarenta plataformas-vagón para el transporte de sacos. Los vagones-volquete eran de madera con armazón de hierro y tenían una capacidad de más de dos toneladas de sal cada uno (2.200 kilos). Es obvio decir que todo ello suponía un gran avance respecto al sistema de transporte mediante carros tirados por caballerías, aunque el desapilamiento de la sal amontonada en las garberas y su carga en las vagonetas seguía haciéndose a mano.

El proceso se complicaba al quedar apelmazada la que quedaba expuesta a la intemperie, adquiriendo la dureza de una roca y los obreros debían utilizar picos para desapelmazarla. Se instaló también en las Eras de la Sal un taller de molturación, dando a la sal una textura uniforme que hizo que fuera aun más apreciada. Sobre el muelle de embarque Este, construido en 1776, se levantó una plataforma de madera sobre la base de sillería. El muelle de las salinas o Muelle de la Era conectaba con la era donde se acumulaban grandes cantidades de sal, listas para su embarque. Prolongando el ferrocarril minero sobre el robusto andamiaje de madera llegaban hasta las barcazas que se encontraban amarradas en su costado esperando ser cargadas. Desde lo alto del andamio, seis metros por encima del nivel del mar y a través de un sistema de embudo o tolva, se vertía directamente la sal desde la vagoneta a la barcaza. Las barcazas de mayor capacidad cargaban hasta treinta y dos toneladas.

Después, se acercaban remando hasta los barcos fondeados a un kilómetro en la bahía y se hacía el trasvase de la mercancía a las bodegas en capazos de esparto o bien con grúa si el barco poseía una. Con este sistema era posible cargar hasta 1.500 toneladas de sal diarias. En aquella época seguía utilizándose el muelle de La Mata, pero las barcazas iban muchas veces hasta la bahía de Santa Pola, donde encontraban mejor abrigo. Entre 1924 y 1950 se produce el arriendo a la Unión Salinera de España (USE), cuyo primer objetivo será la instalación de un taller de molturación para la elaboración de las distintas clases de sal que el mercado demandaba. Se hicieron ensayos con trituradores y molinos a vapor, pero al final se optó por motores diesel para el taller definitivo. Se construyó un edificio con dos naves: en una de ellas se instalaron cuatro trituradores par la obtención de sal de las clases “Salazón” y “Fomento” y en la otra se montaron doce molinos de piedra para las clases “Cero”, “Corriente” y “Extrafina”.

Pero la innovación más importante se produjo al mecanizar el proceso de recogida de la sal. La nueva máquina, diseñada por técnicos de la compañía, se llamaría “volvedora”, recordando la denominación de los obreros que hacían el proceso a mano.
La sal se amontona en la "garbera" con la ayuda
de un torre apiladora.
Se trataba, en resumidas cuentas, de una especie de vehículo de avance equipado con flotadores, con un sistema de palas de hierro que van rompiendo la costra y recogiendo la sal, con posibilidad de graduar su altura. Como parte del mecanismo hay elevadoras y tolvas que van depositando la carga en las barcazas que él mismo arrastra. Se emplearon por primera vez en 1928, aunque se mantuvo un equipo de obreros que trabajaba como antaño, hasta que en 1930 se suprimió la extracción manual. En esos momentos se conseguía la recolección en unos 100 días.

Durante este tiempo se produce una transformación crucial que abrirá una nueva etapa en el aprovechamiento de la sal de Torrevieja. Se plantea el integrar las dos lagunas en un sistema único de explotación, en el cual la Laguna de La Mata actuaría como depósito calentador, subiendo la temperatura del agua y aumentando su concentración salina, pasando luego la salmuera a la Laguna de Torrevieja, que sería un gran cristalizador donde cosechar la sal. Para ello, se abrió un nuevo “acequión” en 1907 con el fin de llevar el agua del mar a la Laguna de La Mata.

Este canal de alimentación consistía en una zanja descubierta de 1.400 metros de longitud, partiendo de las cercanías del antiguo muelle de embarque de La Mata, siendo necesario salvar la carretera nacional mediante un túnel. El segundo paso fue abrir un segundo canal de 2.530 metros, en este caso parcialmente subterráneo, para comunicar las dos lagunas. Como no existe desnivel suficiente entre ellas, fue necesaria la instalación de una estación de bombeo en 1928.

Al terminar las obras se había dado forma a un nuevo circuito de circulación de las aguas. Ahora entrarían desde el mar a la Laguna de La Mata para ser bombeadas después hasta la Laguna de Torrevieja, utilizándose el Acequión que conecta esta laguna con el mar para dejar escapar las aguas sobrantes. Otras mejoras consistirán en la remodelación del canal de carga de la laguna, la adquisición de una locomotora más, la electrificación de algunas instalaciones, un intento de limpieza del fango de los fondos y la utilización de un remolcador para el transporte de las barcazas desde el Muelle de la Sal hasta los barcos fondeados aguas adentro. Al iniciarse la Guerra Civil, la USE continuó explotando las salinas, aunque bajo la supervisión del alcalde de la localidad, por orden del Gobernador Civil de Alicante. La situación se agrava y entre el 27 de abril de 1937 y el 1 de abril de 1939 el gobierno de la 2ª República se hace cargo de la explotación.

Los siguientes años serán difíciles por la escasez de carburantes y materiales de repuesto que impiden el mantenimiento de las instalaciones. A la posguerra española se suma la guerra en Europa, lo que prácticamente anula las exportaciones de sal. Ante la falta de combustible adecuado se empieza a utilizar gasógeno, lo cual disminuyó la potencia de los motores. Destacar que también se vuelve a emplear mano de obra, pero los bajos sueldos tuvieron el mismo efecto que el gasógeno en la maquinaria y el rendimiento era muy bajo. En 1943 se solicita la prórroga del arriendo y la compañía logra quedar exenta de las restricciones en el consumo eléctrico, propiciando cierta recuperación económica.

Tiempos modernos

En 1950 se redacta un nuevo pliego de condiciones para arrendar las salinas, adjudicándose el año siguiente a la Nueva Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja (NCAST). Este arrendamiento se hizo en principio para 30 años, aunque se ha prorrogado y sigue vigente en la actualidad. En realidad, la concesión fue aprobada a la Unión Salinera de España S. A., la cual se comprometía a constituir una asociación con las principales compañías salineras de España. Fruto de este acuerdo nacerá la NCAST. De esta nueva sociedad formarán parte, por un lado el Estado, mediante acciones liberadas, y por otro, la Unión Salinera de España (52%), Salinera Española (20%), Banco Ibérico (10%), Tomás Maestre Zapata (10%), Salinera Gaditana (10%) y Purasal (2%).

En un primer plan de modernización, entre 1951 y 1970, se acometieron importantes inversiones sobre todo para acondicionar el puerto de Torrevieja, construyéndose el dique de Poniente y un nuevo muelle para el embarque de la sal. En 1956 se sustituye el cable flotante al que se enganchaban las barcas cargadas de sal para ser arrastradas hacia la zona de apilamiento por un equipo de remolcadores. Estos avanzan mediante un sistema de ruedas con paletas al estilo de los primeros barcos de vapor y a él se enganchan las nuevas barcas de madera con fondo plano formando caravanas o rosarios que localmente se denominan “raches”. En las máquinas “volvedoras” se harán algunas mejoras pero seguirán siendo básicamente las mismas.

Se introduce un sistema que hace pasar las barcas por un estrecho canal frente a los lavaderos de manera que, mediante un sistema hidráulico, su carga es volcada directamente al lavadero. También se mejora el proceso de lavado y se mecaniza el proceso de apilado y desapilado de las garberas al adquirir un sistema de torres móviles que se gobiernan desde un puesto de mando en lo alto de las mismas. A partir de los años 60, el mercado interior comienza a demandar sal más fina, seca y que se mantenga sin apelmazar para los saleros. De esta forma, el Estado y la compañía arrendataria acometen la construcción de una fábrica para la obtención y envasado de sales refinadas en 1962, iniciándose la producción en 1965. Se instalarán nuevos trituradores así como una batería de piedras de molino para obtener las clases de sal más finas. El transporte hacia el muelle seguiría haciéndose mediante el ferrocarril salinero, hasta que en 1970 es sustituido por una larga cinta transportadora. En el muelle de la sal, los nuevos equipos de embarque permitirán cargar el producto directamente en barcos de hasta 18.000 toneladas. Para ello se emplea un tubo telescópico que se introduce en la bodega, proyectando la sal en su interior, con un rendimiento de doscientas toneladas por hora.

Desde allí, ésta se exportará a países tan distantes como Argentina, Uruguay, Canadá, Islandia, Italia, Estados Unidos, Países Escandinavos y Japón, a donde se destinaban más de 300.000 toneladas anuales. El nuevo contrato de arrendamiento contemplaba también la utilización de salmueras o lejías madres para la fabricación de productos químicos. De esta forma, en colaboración con la empresa Aprovechamientos Salineros S. A., irán entrando en funcionamiento las diferentes secciones: en 1956 la fábrica de bromo, en 1960 la de sulfato magnésico, en 1963 la de ácido bromhídrico, en 1964 la de bromuro sódico y bromuro potásico, en 1965 la de bromato cálcico y bromato potásico y en 1966 la de cloruro magnésico, bromuro amónico y ácido bromhídrico.

El resultado no fue del todo bueno por la competencia de la producción israelí en el Mar Muerto y las secciones se fueron eliminando de manera paulatina hasta quedar todas cerradas en 1977. Entre 1960 y 1970 se incrementa la demanda interior hasta el punto de afectar a la exportación, por lo que se estudia la forma de aumentar la producción. Tras numerosos estudios y campañas de prospección minera, se toma la solución de aprovechar la sal gema del gran depósito del Cabezo de la Sal, en Pinoso. Para ello se construyó un salmueroducto, una tubería de más de 50 kilómetros a través de la cual se conducía la sal de Pinoso en forma de salmuera.

El proceso de obtención de la salmuera será por disolución del depósito salino: se proyecta contra la sal gema un chorro de agua a presión, capaz de ir disolviéndola, obteniendo como resultado una salmuera con una altísima concentración salina, muy por encima de la del mar y próxima al punto de cristalización de la sal común. De esta manera, casi toda la capacidad de evaporación de la Laguna de Torrevieja se emplearía en cristalizar este producto y no en ir aumentando progresivamente la concentración del agua de mar. Los beneficios que el nuevo sistema reportó fueron evidentes ya que se redujo la dependencia de la climatología y se aumentó de manera espectacular la producción. Otra consecuencia muy importante es que permitió alargar el periodo de recolección hasta 8 meses, optimizando los medios disponibles y sin alterar la plantilla. Los resultados saltaron a la vista en la campaña de 1975-1976, en la que se extrajeron más de un millón de toneladas de sal, lo que equivalía a duplicar la producción española. A partir de este momento, la Laguna de La Mata sólo bombeará agua hacia la de Torrevieja a fin de mantener el nivel requerido para la flotación de las barcas o para evitar una subida de la salinidad excesiva, aunque podría suplir un ocasional paro en las instalaciones de El Pinoso. En esta segunda fase de transformaciones se produce otra obra importante: la construcción de un dique desde la orilla hacia el centro de la Laguna de Torrevieja, de 1.650 metros de largo por 6 de ancho. La sal es descargada en este dique, siendo conducida hacia el lavadero que se encuentra en la orilla mediante una cinta transportadora. Dentro del plan de modernización se renueva la maquinaria y queda mecanizado todo el proceso de apilamiento y desapilamiento. También se mejora el procesado de la sal con nuevos molinos y se monta un equipo para incorporarle yodo, tal y como demanda el mercado.

En 1991, Solvay, importante grupo internacional belga dedicado a la industria química y farmacéutica, adquiere el 61,5% de las acciones de la NCAST, quedando el resto de acciones en manos del Estado. El acuerdo contempla la ampliación del contrato de arrendamiento hasta el 2019 y de él quedaron fuera algunas instalaciones como las Eras de la Sal. Sus principales inversiones se tradujeron en la división de la Laguna de Torrevieja mediante una mota.

El objeto de ésta es la creación de una zona de amortiguación ante eventuales bajadas de la concentración salina por efecto del arrastre de las lluvias, garantizando parte de la cosecha, aunque las dos mitades están comunicadas y normalmente se produce en las dos. A partir de 1996, las Salinas de Torrevieja sufrirán los avatares del mercado. En ese mismo año, Solvay vende a Salins du Midi et de l’Est (“Salinas del Mediodía y del Este”), que será absorbida por la multinacional americana Morton Salt, que a su vez es absorbida por Rohm Haas. Más recientemente, se hará con el control el grupo francés Salins, salineros de tradición con establecimientos en Francia, España e Italia.

Actualmente la cosecha media anual se calcula en cerca de 800.000 toneladas, de las cuales 300.000 se destinan al mercado nacional y el resto a mercados extranjeros. Sobre todo se exporta a Noruega y Estados Unidos, a donde se envían más de 50 tipos diferentes de sal, pero también se envía sal a Italia, Francia, Dinamarca, Eslovenia, Finlandia, Grecia, Irlanda, Islandia, Marruecos, Nigeria, Portugal y Reino Unido. Más del 60% de la producción sale de Torrevieja en barco y el resto se expide por carretera, principalmente la que se queda en el país. Casi toda la producción se vende a granel, aunque se producen 154.000 toneladas de productos envasados.

El Cabezo de la Sal de Pinoso
INTRODUCCIÓN
Situación



Parque Natural de Las Lagunas de
La Mata-Torrevieja.
Pinoso es conocido por sus producciones de mármol y vino aunque no mucha gente sabe que atesora buena parte de la sal que se produce en la provincia. El depósito más importante está en el corazón del Cabezo de la Sal, una montaña de típica morfología redondeada que se encuentra en los límites provinciales de Alicante y Murcia. Es un caso único en la provincia de Alicante, por ser la única explotación de sal mineral o sal gema y aunque fue aprovechada desde antiguo, ha sido en tiempos recientes cuando se han conocido las enormes reservas que alberga.


Origen de la sal de Pinoso

El término de Pinoso se encuentra en zonas externas de las Cordilleras Béticas, en una amplia región donde aparecen afloramientos de sales del Triásico (facies del Keuper valenciano). Afloramientos triásicos los hay de tres tipos: dispersos (como los de Villena, Elda, Crevillent, etc.); en forma de pequeñas manchas a lo largo de fracturas (como en Ibi) o afloramientos en bloque o diapíricos (como el de La Rosa, entre Jumilla y Yecla, los de Murcia, Castalla o El Pinós en Alicante), cuya formación trataremos de explicar. Durante el periodo Triásico, la dinámica terrestre originada por el movimiento de las placas tectónicas favorecerá la aparición de grandes depresiones en forma de cubetas, en las cuales se producen intensos procesos de sedimentación que las van rellenando.

Empezarán acumulándose depósitos de tipo detrítico, fruto de la erosión en su entorno, alternando con la deposición de materiales evaporíticos. El origen de las evaporitas es el siguiente: se da la aceptación generalizada de que durante este periodo, hace 250 millones de años, se produjo una transgresión marina o invasión oceánica de estas cubetas. Si esta cubeta queda después aislada o desconectada de la circulación marina general, puede comenzar entonces un ciclo de evaporación. Como si de una gran balsa salinera se tratase, se produce un progresivo incremento de la concentración de sales, que van depositándose en el fondo. Por suerte para nosotros, el ciclo de evaporación en la cubeta triásica quedó incompleto y la concentración no llegó a superar los 36 o 37º Bé. Si ello hubiera ocurrido, habría disminuido la calidad de la sal, ya que por encima de esa concentración habrían precipitado de manera significativa otras sales que no nos interesan, como las sales potásicas. Se especula que la interrupción de la evaporación fue debida a la recirculación marina o a una aridez insuficiente para llevarla hasta sus últimas consecuencias.

Sea como fuere, el resultado es que tenemos un enorme depósito de sal formado prácticamente por halita o sal común. Un argumento importante a favor del origen marino de la sal en Pinoso nos lo da el análisis efectuado por el Departamento de Petrología y Geoquímica, perteneciente a la Facultad de Geología de la Universidad de Barcelona. Mediante el estudio de testigos de sondeos se ha podido determinar el contenido en bromo de las muestras, cifrado en promedio en 115 partes por millón, poniendo de manifiesto el carácter marino de las salmueras originarias del depósito. Dichos sondeos fueron efectuados por Unión Salinera de España, S. A. durante la campaña de perforación que llevó a cabo entre 1968 y 1971.

El Cabezo de la Sal

El Cabezo de la Sal es lo que se conoce en geología como un domo, es decir, un relieve montañoso en forma de cúpula. Visto en planta es aproximadamente circular, con un diámetro de 3 a 4 Kilómetros, que se eleva unos 320 metros sobre el llano cuaternario que lo rodea casi en su totalidad y con una altura sobre el nivel del mar de 893 metros. En su interior alberga lo que se denomina un cuerpo diapírico salino.
Un diapiro se forma cuando las sales depositadas en una cubeta de evaporación, absorben agua, lo que no es difícil ya que la sal es una sustancia altamente higroscópica, capaz de absorber hasta la humedad ambiental. Si esto ocurre, la sal, que presenta menor densidad respecto al resto de los materiales que la rodean, adquiere plasticidad, fluyendo hacia la superficie por efecto de la presión. El fenómeno se denomina diapirismo y el resultado es la formación de un cuerpo diapírico. Esto se traduce, en el caso del Cabezo de la Sal, en un enorme depósito de sales, con unas dimensiones de 3.650 metros por 2.850 metros. El cuerpo, que tiene forma de seta y es de planta elíptica, no se ve a simple vista ya que presenta una cubierta de arcilla, margas y yesos que en algunas partes no excede de los 40 m.

El descubrimiento del depósito de sal gema de Pinoso fue posible gracias a una campaña de exploraciones geofísicas que se emprendieron en 1967. Para ello se efectuaron sondeos mecánicos en un área inicial de 800.000 hectáreas, tomando como núcleo la zona de Torrevieja.

LA EXPLOTACIÓN SALINERA
Antecedentes


A principios de siglo ya se conocía de la existencia de depósitos de sal gema en la zona de Pinoso. La extracción se efectuaba mediante minería subterránea, excavando galerías hasta llegar a la sal. En torno al Cabezo de la Sal coexistieron hasta 6 minas en activo, con los llamativos nombres de Talía, Levantina, Enriqueta, Por si Acaso, No te escaparás y Segunda Terrible. En los años veinte del siglo pasado, se sabe que estaban en producción en la misma zona las minas denominadas Esperanza, Lealtad, Remedios y Segunda Terrible.

La más importante fue ésta última ya que tenía una galería que penetraba unos 60 metros en la sal del núcleo, con una bóveda de 25 metros y un frente de mina en explotación de más de 10 metros. Esta mina permanecía todavía en activo en 1970, aunque estaba declarada como explotación de salinas, ya que contaba con algunas balsas en las que evaporaban el agua salobre de un manantial para obtener también sal. La roca de sal se extraía de las entrañas del domo y las trituradoras actuaban a bocamina.

La sal se servía en polvo, granulada o en piedras, según se destinase a la industria química, a piensos compuestos o para su consumo directo por el ganado, que gusta de lamer las piedras de sal ya que es un elemento indispensable en su alimentación. En la actualidad todas las minas están clausuradas desde que en 1973 la Unión Salinera de España S. A. obtuviera la concesión para su explotación.

Campañas de sondeo

En 1967, en un momento en que se buscaban nuevos recursos para ampliar la producción de las Salinas de Torrevieja, se emprendió una campaña de investigación minera para valorar los yacimientos de sal gema de la zona. Las áreas con mayores posibilidades eran los afloramientos triásicos que surgen alineados siguiendo las estructuras del sistema montañoso Prebético. Se hizo una perforación exhaustiva de casi 6.000 metros de sondeos que dio como resultado una primera selección de localizaciones aptas para los objetivos perseguidos. Se citaron yacimientos en los términos de Villena, Elda, Ibi y Pinoso, aunque desde el principio destacó este último, por su riqueza en sal y su cercanía a Torrevieja.

El interés de la compañía arrendataria de las Salinas de La Mata-Torrevieja se centró en el Cabezo de la Sal, gestionando la adquisición de las 337 hectáreas que abarca el domo, además de solicitar un permiso de investigación sobre 163.000 hectáreas de su entorno. En una primera aproximación se estimó una reserva de 500 millones de toneladas de sal gema, con contenidos en cloruro sódico que variaban del 80 al 85% en algunas zonas y del 60% en otras, lo que se traduce en 350 millones de toneladas netas de cloruro sódico.

Sistema de explotación

La explotación de la sal en Pinoso, se realiza a través de sondeos, que perforan el Cabezo de la Sal desde su parte superior. Con estos sondeos se alcanza el cuerpo central del depósito de sal gema y a través de ellos se inyecta agua a presión que va disolviendo la roca, abriéndose cada año una cavidad de disolución.

El agua cargada de sales (salmuera), se conduce hacia unos grandes depósitos donde se produce la decantación de las partículas de tierra u otras impurezas que pueda tener en suspensión. Desde allí, es conducida a través de un salmueraducto, una tubería de casi medio metro de diámetro y 52,7 quilómetros de longitud, hasta alcanzar la Laguna de Torrevieja.

Anualmente se emplea un caudal de cuatro millones de metros cúbicos de agua, la cual se obtiene por bombeo a través de sondeos perforados en El Rodriguillo, a las mismas faldas del Cabezo. Esta agua posee una salinidad de 6 – 7 gramos por litro, lo cual la hace inadecuada para otros usos como el consumo humano o el riego. Se ha estimado que las reservas de sal consideradas como seguras ascenderían a unos 345 millones de toneladas, aunque podrían ser 600 millones de toneladas. El colector de donde arranca el saleoducto se ubica a 590 metros de altura, lo que le permite poder cruzar la Sierra de Crevillent por uno de sus puertos en término de Albatera, de forma que la salmuera circula por simple gravedad. El salmueroducto conecta con el canal que une la Laguna de La Mata con la de Torrevieja, descendiendo hasta los 20 metros sobre el nivel del mar que tiene el fondo de la Laguna de Torrevieja.

La tubería tiene una capacidad máxima de 22 litros por segundo,
Mediante cabezas de bombeo, es posible
proyectar agua a presión sobre el corazón
salado del Cabezo y recoger la salmuera
resultante.
transportando salmueras con una concentración salina de 21,5º Bé, lo que equivale a 270 gramos de cloruro sódico o sal común por litro. Las salmueras procedentes de la disolución de la sal gema de Pinoso, se incorporan así a las Salinas de Torrevieja y ello ha beneficiado en gran medida a la producción.

Por un lado, sirven para amortiguar eventuales diluciones en la laguna causadas por las precipitaciones y por otro, permiten compensar la acumulación progresiva de sales magnésicas y otras que se producen paralelamente durante el proceso de cristalización de la sal común. Todo ello ha hecho posible doblar con creces la producción de sal en lo que hoy es el complejo salinero más grande de Europa. En las instalaciones de Pinoso se trabaja en régimen continuo, parando únicamente en enero y febrero, condicionado por el calendario de extracción en Torrevieja. Este tiempo se aprovecha para revisar y reparar los equipamientos, pues sufren un gran desgaste por el contacto con las lejías.