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Senderos / Santa Pola / Historia, fiestas y tradiciones
   
Itinerario|La ciudad|Historia, fiestas y tradiciones|Infraestructuras|Las Salinas de Santa Pola

Historia

Son muchos los yacimientos arqueológicos que nos acercan a la historia de este municipio. Los primeros restos que hablan de presencia humana en la zona datan del 3.000 a.C. Fueron encontrados en la Cueva de las Arañas del Carabassí, aportando mucha información sobre los hábitos alimenticios de aquellos primeros pobladores, los cuales basaban su dieta en las carnes procedentes de la actividad cinegética y la explotación de los recursos marinos de estos fondos tan excepcionales.

El comercio no llegó hasta la época íbera, donde esta actividad fue uno de los pilares básicos de la economía, sobre todo gracias al frecuente intercambio de productos con el pueblo griego. Junto con este comercio, la implantación de la agricultura fue consolidándose, asegurando la existencia de alimentos a lo largo de todo el año. Todos estos factores caracterizaron a la cultura íbera, que ha dejado su huella en Santa Pola en el importante poblado de Alonai, muy cerca del actual cementerio. Aquí se sabe que se situó una ciudad fortificada del siglo IV a. C., cuyos pobladores se dedicaban a la pesca y al comercio con otros pueblos del Mediterráneo. A partir del siglo I d. C. se construye el puerto, denominado por los romanos Portus Ilicitanus, que como ya hemos comentado pasó a ser el punto de referencia y pilar básico de la actividad comercial de la localidad. Desde éste zarpaban de forma continua barcos cargados de productos con los que comerciar, actuando como salida al mar Mediterráneo de la Colonia lulia Illice Augusta, la conocida actualmente como Elche. También de los romanos data la importantísima factoría de salazón de pescado donde se elaboraba el preciado “garum”, que era uno de los productos más comercializados por aquella época.

Como vemos, volvemos a encontrar la actividad salinera, relacionada en este caso con la existencia de una factoría de salazón.
La torre del Tamarit protegía la entrada de la antigua
Albufera de Elche.
Posteriormente, y como en el resto de costas levantinas, son constantes los ataques de embarcaciones procedentes del norte de África, lo que provoca una gran inseguridad y un despoblamiento de la zona, a la vez que se construyen edificaciones defensivas para contrarrestar el peligro. El Castillo-fortaleza y las torres-vigías de Tamarit, Atalayola y Escaletes son ejemplos de este tipo de arquitectura. La dependencia de la vecina Elche duró hasta 1812, año en el cual Santa Pola formó su propio Ayuntamiento. Posteriormente, Alfonso XII le concedió el título de Villa. Poco a poco, desde finales del siglo XIX y gracias a la actividad pesquera y comercial, el núcleo urbano fue creciendo hasta llegar a convertirse en uno de los centros turísticos más importantes de la provincia de Alicante, siguiendo actualmente en plena expansión. Desde tiempos remotos pues, hablar de Santa Pola ha sido hablar del mar, de la pesca y de un pueblo de marineros. Toda su historia va ligada a ese universo azul, el cual la ha hecho merecedora del reconocimiento del que goza en la actualidad.

Fiestas

Los carnavales durante el mes de febrero abren el capítulo de actividades lúdico-festivas de la ciudad. En ellos podemos disfrutar de la ciudad y sus gentes, ataviadas con los disfraces más divertidos que dan una nota de color a sus calles. También podemos participar a finales de junio en la Romería del Cap, romería a la Ermita de la Virgen del Rosario, situada en las faldas del Cabo de Santa Pola, donde acuden los romeros a venerar la imagen de la Virgen.

El 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, es tradicional como en otros municipios de la costa, la procesión marinera en honor a esta Virgen, patrona de los marinos, con multitud de barcos acompañando la imagen por el puerto. La Cofradía de Pescadores organiza una ofrenda floral en recuerdo a los marineros desaparecidos y una estupenda sardinada, además de fuegos artificiales. Las fiestas patronales son la primera semana de septiembre, en honor a la Virgen de Loreto. Durante esta celebración, los Moros y Cristianos toman la ciudad con sus pasacalles, bandas de música y trajes típicos, cambiando el olor a mar por el olor a pólvora. A principios de diciembre se celebra la Venida de la Virgen de Loreto, conmemorando su arribada a Santa Pola a manos de un marino que, tras recalar en esta localidad, no pudo abandonarla hasta que la donó a las autoridades. La historia de la imagen de la patrona de la ciudad está envuelta, como ocurre en muchos casos, en el mito y la leyenda. Según cuentan, un marinero tomó la imagen de la Virgen, de una devota, en el Puerto de Santa Maria, allá por 1643, tras una revuelta morisca. La mujer le dijo al marino que la entregase en el primer puerto que amarrara. Éste al ver la imagen, pensó llevarla a Villajoyosa, pues era natural de allí, pero al pasar por la costa santapolense se desató un fuerte temporal y tuvo que amarrar en el puerto. Al ver que cada vez que intentaba proseguir su viaje con la imagen, el mar se lo impedía, decidió contra su deseo dejarla allí, con la creencia de que la imagen quería quedarse en Santa Pola y no le iba a dejar marchar hasta que la donara a los lugareños, pudiendo llegar a Villajoyosa después sano y salvo.


La Villa de Santa Pola todavía basa buena parte
de su economía en la pesca.

Gastronomía tradicional

La localidad cuenta con gran número de establecimientos donde degustar la amplia oferta gastronómica de la que hace gala. Dentro de esta gastronomía, y a pesar de que los gustos han cambiado de un tiempo a esta parte, por influjo del turismo, la excelente calidad de sus productos ha hecho que se mantenga la tradición en sus platos típicos. Como en cualquier localidad costera con importante
La Lonja de Santa Pola durante la subasta de
pescado
puerto pesquero, en Santa Pola se pueden degustar una gran variedad de arroces basados en el pescado, entre los que destaca el arroz a banda, arroz negro, arroz a la marinera, arroz y pulpo o el caldero. Los gazpachos con tacos de mero y gambas, el guisado de sepia o el blanquillo de rape son también platos típicos. También es obligado probar cualquier tipo de marisco, gamba roja, quisquilla, langostinos o cigalas, en todas sus variantes de presentación: a la sal, a la plancha o al natural. Junto a él, pescados como la lubina, dorada o dentón satisfarán sin duda al paladar más exigente. Las cocas de harina y aceite con sardina seca en el aperitivo y postres como los realizados a base de cabello de ángel o el helado de mantecado artesanal, completan la oferta gastronómica de la tierra.