Senderos de la Sal - Guía de Itinerarios por las Salinas de la Provincia de AlicanteSenderos de la Sal - Guía de Itinerarios por las Salinas de la Provincia de Alicante
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Itinerario|La ciudad|Historia, fiestas y tradiciones|Infraestructuras|La Laguna de Salinas


INTRODUCCIÓN

Situación


La Laguna de Salinas se encuentra al norte de la comarca del Medio Vinalopó, extendiéndose al sur del casco urbano del pueblo al que da nombre. Se trata de uno de los mejores ejemplos del fenómeno del endorreísmo, como trataremos de explicar a continuación. Esta laguna se sitúa en el fondo de una cuenca sin comunicación con otras redes de drenaje, por lo que sus aguas quedan retenidas sin encontrar salida natural. Desde finales del siglo XVIII fueron varios los intentos de desaguarla hacia el río Vinalopó, que pasa muy cerca, aunque nunca se consiguió del todo. Esta cuenca, sin posibilidad de desagüe y con unos fondos arcillosos, era capaz de acumular agua dando lugar a la formación de una gran laguna, aunque no demasiado profunda. Las características de nuestro clima, con irregular distribución de las lluvias a lo largo del año, seguidas de episodios de intensa evaporación por radiación solar y una acusada irregularidad interanual, hacían variar enormemente la extensión de la lámina de agua, pudiendo estar totalmente seca durante el estío. La mayor superficie que esta laguna podía alcanzar nos la señala la presencia de una terraza lacustre a modo de escalón que la bordea.

Origen

El origen de la Laguna de Salinas se ve envuelto de cierta controversia. Hay autores que otorgaron gran importancia a los factores climáticos, aunque estudios más recientes fundamentan su génesis en la tectónica del lugar. En resumen, podemos ahora afirmar que la configuración de esta zona tiene su origen en la existencia de fenómenos de subsidencia o hundimiento iniciados en el Mioceno Superior o Plioceno Inferior y que continuaron durante todo el periodo Cuaternario. Al mismo tiempo, se suceden episodios de elevación de los relieves circundantes durante el periodo Terciario, impidiendo su conexión con las redes de drenaje próximas. Sin embargo, no podemos desestimar el papel de los factores climáticos como la escasa precipitación en el mantenimiento de las condiciones de endorreísmo.

Todo el substrato del fondo de la cuenca fue ocupado por materiales arcillosos del Keuper. Se trata de materiales impermeables que además contienen depósitos de sales, producto de etapas geológicas de intensa evaporación. Estos materiales fueron después parcialmente cubiertos por otros arcillosos, también impermeables, fruto de la erosión de los relieves circundantes. Los materiales impermeables son los que permiten el mantenimiento de una lámina de agua en superficie al impedir el drenaje hacia abajo de las aguas de escorrentía que alcanzan la laguna. La Laguna de Salinas se encuentra en el punto más deprimido de una cuenca de aproximadamente 90 Km2, claramente delimitada por la Sierra de Salinas (al norte y noroeste), Cabrera y Cámara (al este), Sierra de la Umbría (al sur) y Rincón de Don Pedro (al suroeste). Hacia ella se extienden los glacis o piedemontes de estos relieves, que de forma poco pronunciada descienden hasta la laguna. Sobre éstos, se ha asentado la agricultura, sobre todo en el sector norte de la laguna, donde además existieron importantes manantiales.

Alimentación hídrica

La cuenca de Salinas tiene una doble alimentación hídrica, al confluir en ella tanto flujos de aguas superficiales como profundas. El agua que llega en superficie, lo hace desde los barrancos de las sierras que la circundan y tienen un carácter intermitente. La alimentación con aguas subterráneas se deriva de la existencia de materiales calizos y dolomíticos, los cuales son capaces de acumular agua. Los aportes esporádicos de los barrancos, raramente alcanzan de forma directa el borde de la laguna, ya que desaparecen al llegar al pie de las montañas. Allí se acumulan los materiales como resultado de la erosión de los relieves cuaternarios circundantes, siendo estos depósitos de origen detrítico. Esta característica facilita la infiltración del agua, originándose una circulación subsuperficial o hipodérmica que fluye por gravedad hacia zonas más bajas. En su camino arrastrará las partículas de grano más fino, arenas, limos y arcillas, que rellenan e impermeabilizan el fondo de la depresión. Esta característica se intensifica con el aprovechamiento agrícola que desde tiempo inmemorial se hace de estos suaves relieves que, al haber sido abancalados, ralentizan la escorrentía y favorecen aún más la filtración del agua de lluvia. El fenómeno que hemos descrito bien pudo inducir a error a Jean Marie Jouassin, quién elaboró un proyecto para el desagüe de la Laguna de Salinas. El ingeniero francés observó la infiltración natural y el aprovechamiento de las escorrentías en los bancales, llegando a afirmar que “esto favorecerá en gran manera la desecación disminuyendo la importancia de las obras de desagüe”. Su error consistió en no tener en cuenta que lo único que se producía era un retardo en la llegada del agua a la laguna y no su desaparición como él creía.
La otra fuente de alimentación hídrica tiene su origen en la litología de las sierras perimetrales, compuestas en su mayoría por calizas y dolomías. La infiltración de las aguas en ellos provoca fenómenos de disolución de los mismos y es el origen de cuevas y simas, lo que se conoce en geología como modelado kárstico. Estos materiales son considerados los materiales acuíferos por excelencia y actúan a modo de “esponjas”, reteniendo el agua de las precipitaciones y liberándola poco a poco. Al mismo tiempo, la Laguna de Salinas está en una de las zonas de descarga del sistema acuífero denominado Carche-Salinas, de manera que la cuenca vertiente podría tener en realidad más de 270 Km2. Todos estos aportes de agua se manifestaban con la presencia de numerosos manantiales, de los que nos habla Cavanilles, quien pasó por allí en el 1796: […] yace la laguna en una hondonada cercada de montes ó de cerros, cuyas vertientes recibe, y asimismo las aguas de 80 fuentecillas que hay en las inmediaciones. […]. Además de estas surgencias de aguas dulces, existían en la zona otras de aguas saladas cuyo origen sería similar al de los manantiales salobres de Villena, ya que en la zona también subyacen materiales del periodo Triásico. Lo que sucede es que las aguas manan salobres, después de circular bajo tierra en contacto con los depósitos de sales que contienen los materiales del Keuper valenciano. Como resultado de todos estos factores descritos, tendríamos una gran laguna salada que alcanzaría una extensión máxima de 234 hectáreas.

Proyectos de desecación

La laguna era considerada una amenaza por sus constantes crecidas. Cuando Cavanilles visita Salinas en 1796 se hace eco de la más importante, acaecida años antes. Ésta tuvo como resultado la inundación del pueblo en octubre de 1751, después de estar lloviendo de forma intensa por espacio de cuatro días.

En el expediente, instruido por el ayuntamiento, se relata que los vecinos tuvieron que abandonar sus casas a pesar de la tormenta, refugiándose en los montes cercanos. Tras la destrucción del antiguo pueblo, éste se trasladó un kilómetro al noroeste del emplazamiento original, que se conoce ahora como Lugar Viejo. Curiosamente, en el mencionado documento, se achaca la fuerte crecida a la sal que se formaba en la laguna, constatando su antigua explotación, en los siguientes términos: “…todo lo cual procedió de haberse encontrado la Laguna de Salinas que está contigua a dicho lugar llena de aguas ocasionadas de no haberse sacado la sal de ella desde treinta años ha…”

Parece ser que existe un momento a partir del cual la laguna empezó a aumentar su superficie de manera espectacular tal y como señala Cavanilles: “…Existe de tiempo inmemorial; pero fue de corta extensión hasta los principios del actual siglo, y aun viven algunos que la conociéron reducida á la décima parte del espacio que al presente ocupa. En 1788 tenia su área 3500 tahullas de á 36 varas valencianas por cada lado, su profundidad no excedia de 10 palmos, y en este año (1796) tiene 50 tahullas de área, y 30 palmos de profundidad. Crece cada dia conocidamente, é inutiliza los campos mas pingües…”

A partir de este momento, se sucederán los intentos para desecar la laguna. El primero de ellos fue promovido por D. Francisco Sirera, vecino de Novelda, en 1790. La idea, que se repetirá en el resto de proyectos, era la de abrir una galería subterránea para desaguar la laguna a través del río Vinalopó. Empezaron las obras, pero pronto hubieron de paralizarse tras varios intentos, ya que tropezaron con duras rocas muy difíciles de taladrar con los medios disponibles en aquella época. Por este motivo se tuvieron que suspender los trabajos, al quedar agotado todo el dinero disponible. Más tarde, en 1801, D. Esteban Chaix presentará un nuevo proyecto en el que se rectificaba el trazado de la galería y los métodos de trabajo, aunque nunca pudo realizarse por el elevado coste económico, que debía correr a cargo de los vecinos. El Estado, en base a las leyes de Desamortización promulgadas por Pascual Madoz en 1855, se incautó de la laguna con la idea se explotar la sal en régimen de arrendamiento, aunque esto no fue obstáculo para admitir proyectos de desecación desde 1861. Así, en 1866 y 1870 se presentaron los proyectos de Miguel Bautista y Jean Marie Jouassin, respectivamente. En ellos se hablaba de sanear 260 hectáreas, las cuales debían incluir la totalidad de los terrenos inundados o susceptibles de serlo en esos momentos. Ambos proponían la evacuación de las aguas a través de un canal que se prolongaría hasta el río Vinalopó, al igual que se hiciera para desecar la Laguna de Villena. Al final se optó por el proyecto del ingeniero francés, que en esos momentos se encontraba en España con motivo de la construcción de la red de ferrocarriles.
Los objetivos que se perseguían eran varios. Por una parte, mejorar las condiciones sanitarias de la zona, evitando la presencia de aguas estancadas. Otro beneficio de la desecación sería la transformación en terrenos de cultivo de hasta 2.000 tahúllas. Y por último, el poder liberar una serie de manantiales. Esto permitiría conducir las aguas de forma separada, siendo las dulces para el riego tanto de los nuevos cultivos como de las huertas aguas abajo del río Vinalopó (Elda, Novelda y Elche) y las saladas para la producción de sal. Este proyecto contó con la oposición del municipio de Elda, argumentando para ello que los caudales procedentes del drenaje de la laguna serían perjudiciales para su agricultura por su carácter salino. Hacían tal afirmación al ver los resultados en sus huertas del desagüe de la Laguna de Villena a través de la Acequia del Rey, lo que causó, en boca del Secretario de la Corporación Municipal, Lamberto Amat, “...20 años de hambre y penalidades”.

Jouasssin hubo de reformar el proyecto, proponiendo ahora como alternativa el llevar las aguas hasta el Barranco de las Ovejas, el cual suponía que vertía sin aprovechamiento alguno directamente a la Bahía de Alicante. Él pensaba que las aguas de la laguna no serían perjudiciales ya que proponía el aprovechamiento por separado de las aguas saladas, pero aún así se le pidió que demostrara que las aguas del barranco no eran aprovechadas para el riego. Para salvar esta cuestión tuvo que volver a modificar el proyecto, optando por prolongar la tubería por el fondo del barranco. Se proponía ahora la construcción de un túnel hasta Sax, que conectaría con una tubería fabricada con piezas de barro cocido en las alfarerías de Agost, aprovechando el trazado del barranco para llegar hasta el mar.

Todo ello suponía en total más de 30 km. Mientras tanto, se publica la Ley para el Desestanco de la Sal, según la cual el Estado ya no controlará ni gravará con tributos el comercio de la sal. Se decide la venta de la laguna mediante subasta pública, siendo adquirida en 1876 por D. Norberto de Arcas y Benítez, un cirujano adinerado de Madrid. Jean Marie hubo de convencer entonces a su nuevo propietario de los beneficios de la desecación, el cual le concederá ante notario los derechos de desagüe. Las obras se inician a finales de 1877, pero D. Norberto Arcas se lo debió pensar mejor e intentó revocar su compromiso con Jouassin dos años después. Parece ser que pretendía obtener beneficios por la explotación de la sal a gran escala, aunque la petición de Arcas de dejar sin efecto la concesión fue desestimada. En 1879 se declara en quiebra el contrato de compra, al no satisfacer sus pagos a la Hacienda Pública.

En 1881 concluye el expediente, quedando inconclusa la transformación de la laguna, hecho que no se retomaría de nuevo hasta el siglo XX.

Obras de drenaje: El proyecto de Don Luis Gómez de Navarro

El 21 de marzo de 1904 se dicta una Real Orden declarando la laguna insalubre. Es entonces cuando D. Luís Gómez de Navarro, hijo de Novelda y a la sazón Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, presenta su proyecto de desagüe. Dicho proyecto será aprobado el 21 de diciembre de 1906. Para llevar a cabo tal empresa se constituyó la Sociedad Anónima Laguna de Salinas, a la que aporta el capital D. Víctor de Chávarri y Anduiza, hijo del fundador de los Altos Hornos de Bilbao. Como en proyectos anteriores, se trazó un túnel subterráneo que tendría 1,50 metros de ancho y 1,75 metros de alto, partiendo de la orilla Este. Para facilitar el desagüe se construyeron dos zanjas en el lecho de la laguna, así como un canal de circunvalación alrededor para impedir la entrada de aguas de escorrentía en ella. Los canales de drenaje eran canalizados hacía la galería subterránea, que empieza en lo que hoy se conoce como “la trinchera”. El túnel se prolongaría bajo tierra hasta el lugar llamado El Tollo donde, mediante un canal de desagüe, vertería al río Vinalopó. En 1922 comenzó a perforarse la galería y se llegó al río cinco años después. Durante la construcción ésta se abrieron tres lumbreras por donde se iba sacando el escombro con la ayuda de un montacargas (Gabriel Ferre com. pers.), gracias a la aportación de la conducción eléctrica que hacen a la Sociedad los señores Botticher. El acta de final de obra se levantó el 8 de mayo de 1929, aunque poco después se comprobó que la laguna seguía encharcándose cuando se producían precipitaciones. Con esta situación y ante la falta de dividendos, se decidió liquidar la Sociedad en diciembre de ese mismo año.

Pasada la Guerra Civil, Chávarri proyectó la perforación de varios pozos para obtener agua de riego con la que comerciar. Junto al pueblo se abrieron los pozos de “San Pedro”, “Soledad”, “Pilarica” y “Begoña”, que se unían al pozo “Garrincho” que había comprado con anterioridad, proveyendo en conjunto un caudal de 12.000 m3 al día. Esa intensa extracción de agua en Salinas, coincidió con la explotación abusiva en otras partes del sistema acuífero, por lo que la laguna no volvió a inundarse más que en contadas ocasiones. Bajo esas circunstancias comenzará la explotación de la sal de forma organizada, para poder aprovechar los manantiales de aguas saladas.

LA EXPLOTACIÓN SALINERA
Evolución histórica

Antes de iniciarse la explotación sistemática de la sal, lo más probable es que, de manera natural, se produjese la cristalización de la misma en las orillas y zonas que iban quedando secas durante los veranos.
Para llevar la sal hasta la era de secado, se utilizaban
vagonetas de hierro sobre un pequeño tendido ferroviario.
Este “regalo” de la laguna sería simplemente recolectado y aprovechado por los vecinos de la zona, aunque no de forma continuada. Se ha llegado a afirmar que las rutas ganaderas que descienden de Teruel y Cuenca desde el tiempo de los fenicios, pasaban por allí no sólo por aprovechar sus pastos, sino para proveer a los animales de la sal que necesitaban en su alimentación. La Dirección General de Propiedades y Derechos del Estado se incautó de la Laguna de Salinas, gracias a las leyes de Desamortización de 1855.

En esos momentos su aprovechamiento era como salina, por lo que dicha propiedad quedaba exenta de venta, al ser la sal una renta estancada y estar sometida a fuertes impuestos de los que la Hacienda Pública obtenía parte de sus rentas. Tal era así, que ésta se encontraba custodiada para evitar los robos y prevenir el contrabando de la misma y al parecer era uno de los motivos por los que se construyó allí un Cuartel de Carabineros, hace más de 150 años.

A pesar de ello, se siguieron admitiendo propuestas para su desecación, siendo en un principio aceptado el proyecto de Jouassin. Su proyecto contemplaba el aprovechamiento de los manantiales salados proponiendo aislar el manantial principal que brotaba en medio de la laguna mediante la construcción de una balsa. Aunque no daba demasiados detalles, afirmaba que “...si es necesario haremos la balsa hasta de 100 metros en cuadrado...”.

En esta balsa quedaría retenida el agua, produciéndose la evaporación de la salmuera y la cristalización de la sal. Trataba de evitar así la mezcla del agua salada con las dulces, que podían ser aprovechadas para el riego y de manera secundaria utilizar la sal producida. Mientras dura la tramitación de los proyectos de desecación, el Estado trata de obtener beneficio de la laguna subastando su arrendamiento periódico, aunque sólo tenemos constancia de que se verificara en 1875, a favor de D. Rafael Terol. Debemos buscar esta falta de interés en la falta de aprecio hacia la sal de Salinas, que Lamberto Amat consideraba “floja y amarga”. Esto era debido, sin duda, a la falta de planificación en su explotación, dejando el agua evaporarse completamente hasta que se producía la precipitación de las sales de magnesio y potasio, otorgando a la sal un sabor amargo. Este desinterés y la precaria situación económica de la Hacienda, desembocarán en la venta de la laguna en 1876. La finca subastada poseía una extensión de 217 hectáreas, de las que noventa estaban dedicadas a salinas. Éstas se alimentaban de cinco manantiales, con una salinidad de 15-16º Bé. La sal se obtenía sin más intervención por el hombre y de forma natural comenzaba a cristalizar. Esto sucedía a principios de julio, cuando la evaporación era más intensa, hasta quedar “cuajada” toda la superficie. Después entraban los trabajadores, recogiéndola de dentro a afuera, con el fin de trabajar siempre sobre una superficie firme como la que ofrece la costra de sal y cargándola en carros. La producción teórica se calculaba en 15.000 toneladas al año, aunque se carece de datos fehacientes.

Realmente no se podría hablar de una explotación organizada hasta mediados del siglo XX. D. Víctor de Chávarri, marqués de Triano, instaló una explotación que beneficiaba la sal de dos pozos localizados en el centro y en el extremo sur de la laguna, en el paraje conocido como Pozo Ancho.

Se dispusieron una serie de balsas para evaporar el agua de forma progresiva y recuperar las sales, para lo cual fue concedida la explotación minera “Puchungui nº 2.203”. Construyó una fábrica de productos químicos derivados del cloruro sódico y la transformación de las sales de magnesio para obtener carbonato de magnesio (MgCO3), muy apreciado en la fabricación de materiales aislantes y de refractarios para hornos. Pero sobrevino la Guerra Civil y tuvo que cesar en su actividad e incluso las instalaciones fueron parcialmente desguazadas durante el conflicto para aprovechar algunos materiales. Hasta que no termina la guerra no se intentará retomar la producción, reconstruyéndose la fábrica.

En 1948 se reanuda la explotación de la sal, obteniendo el primer año 800 toneladas, 2.000 en 1949, 3.250 en 1950 y 4.012 en 1951, consiguiéndose dos cosechas al año. Por su parte, la fábrica de “magnesia” es reconstruida, aunque no llegó a funcionar. El motivo fue que, a su administrador, D. Francisco Montero, vecino de Alicante, le ofrecieron esta materia prima más barata de lo que él había calculado que le costaría producir (Gabriel Ferre com. pers.). En 1953, el Marqués venderá la finca a los hermanos Falcó, así como la concesión minera para la producción de sal. Ramón y Francisco Falcó, muy conocidos en Elche, formarán en 1955 una Sociedad Limitada para dedicarse a la explotación de la sal. El proceso de beneficio de la sal diferirá del que se había seguido en el siglo anterior, construyendo una serie de balsas donde se recogía el agua salada procedente de los pozos “Puchungui 1º” y “Puchungui 2º”. La salmuera iba concentrándose por evaporación de manera progresiva, pasando de unas balsas a otras hasta alcanzar entre 22 y 27º Bé. En ese rango de salinidades es cuando se produce únicamente la cristalización de la sal común, de manera que se obtenía un producto de mayor calidad.

En verano se producía el “cuaje”, formándose una costra de hasta 20 centímetros que era recogida a finales de julio o principios de agosto. Sobre la costra de sal se tendían unos raíles que eran recorridos por vagonetas, en donde se cargaban los trozos que los obreros arrancaban mediante unos ganchos. Después se pasaba por un lavadero y se llevaba a las garberas donde era apilada para que se secara. Curiosamente, las vagonetas para la cosecha de la sal eran las mismas que se habían utilizado en la excavación del túnel para drenar la laguna y eran íntegramente de hierro (Gabriel Ferre com. pers.). Los hermanos Falcó instalaron el lavadero y un molino para triturar la sal aprovechando la antigua fábrica de magnesia, obteniendo un producto con menos impurezas.

La sal se comercializaba en bruto o triturada y entonces pasaba de la garbera a los molinos, obteniéndose las del tipo “triturada”, “doble triturada” y “fina”, destinando toda la producción al mercado interior. Al parecer, los manantiales fueron agotándose, motivo por el cual fue disminuyendo rápidamente la producción. Llegó el punto en que la costra de sal era tan fina que no podía sostener el pequeño tendido ferroviario, lo que dificultaba la cosecha al no ofrecer una superficie firme para trabajar y en 1960 se disuelve la sociedad.

Otros aprovechamientos relacionados con la sal

La característica principal de los suelos, tanto del fondo de la laguna como de los circundantes, es la presencia de sales. Ello hace que aparezca una vegetación de saladar, formada por especies vegetales adaptadas para poder sobrevivir en estas condiciones tan restrictivas para la vida, como ya se ha comentado anteriormente. Así, plantas como la salicornia o la barrilla eran objeto de recolección, quemándose hasta obtener sosa, cuya producción se destinaba por entero a la cercana fábrica de vidrio, junto al antiguo pueblo.

Situación actual

En la actualidad, ya no se encuentran las fuentes de las que hablaba Cavanilles debido, sobre todo, a la sobreexplotación del acuífero y el consiguiente descenso del nivel freático. Buena parte de las reservas son extraídas mediante bombeos para abastecer la demanda urbana y agrícola de Salinas, Elda, Monóvar, La Romana, Pinoso y Yecla.

Es posible apreciar en algunas zonas manchas de humedad que evidencian la circulación subsuperficial descrita, días después de una lluvia. Sólo en casos extraordinarios de precipitaciones muy intensas puede llegar a aflorar una lámina de agua que permanece durante algún tiempo.

Podemos concluir entonces que las obras de drenaje no tuvieron ningún éxito, aunque en la actualidad la falta de caudales está impidiendo la presencia de una lámina de agua de carácter permanente.
La fábrica de productos químicos de Salinas fue
reconstruida a principios de los años 50, pero nunca llegó
a ponerse en producción.
Hoy en día es patente la colonización de los bordes de la laguna y zonas consideradas de playa por especies de plantas halófitas o de saladar, aunque no llegan a ocupar la totalidad de la cubeta debido a su encharcamiento temporal, el pisoteo y la circulación de vehículos sobre la misma.

Se está planteando en estos momentos el obtener recursos hídricos con que inundar al menos una parte de la laguna con fines ambientales, ya que la presencia de agua favorecería sin duda la existencia de aves acuáticas, permitiendo recuperar parte del ecosistema desaparecido. A pesar de tan buenas intenciones, la escasa provisión de caudales actual y los cambios profundos sufridos por la cuenca y el acuífero asociado, no nos permite pensar que esto sea posible.